domingo, 19 de junio de 2022

F.C. Cartagena 1-1 Betis B

Partido correspondiente a la jornada 36. El filial pone en jaque al líder.








Nadie se lo explica. Tantas preguntas se extraen del partido en Cartagena como dudas en las respuestas. Nadie sostiene a un líder que ha terminado tan endeble como para perder el primer puesto cuando más duele. Nadie explica el porqué de un descenso de un Betis B cuyas credenciales le exponen a más que a sufrir en Tercera. Por eso empatar en el descuento les debe saber a victoria por el método y la imagen, por sus armas, más vistosas que las de los de casa.

El Cartagena, sin sitio, desubicado, jugando por la parcela únicamente por donde estaba el balón€ no le resultó fácil asomarse al equipo colista, un bloque que, sin nervios, mostró algo más de lo que les sujeta al farolillo de la tabla. Pero, a los puntos, demostró su condición porque erró lo que pocos hacen, porque fue capaz de amedrentar a los líderes en un partido que, más allá de lo polarizado por la clasificación, igualó a dos equipos espesos, con pocos recursos –sobre todo en ataque- y muy castigados por el físico.

Lo que tardó el filial bético en desperezarse fueron los minutos que acumuló el equipo casero de despropósitos. Una zaga con pocas ayudas entre ellos, con mucha distancia entre los centrales y un centro del campo cojo de esfuerzo, con Segura, el motor, a medio gas. Y así llegó la mejor ocasión del choque. Aridai, desde la izquierda, remataba al larguero una contra lanzada por Sergio. Metía miedo el cuadro de Cano cuando salía a tropel pillando las espaldas a los mediocentros locales. Aunque Óscar Rico devolvió la bofetada un minuto después deteniendo Ayala, las sensaciones eran mejores para los verdiblancos, más centrados pero sin pólvora en punta. De haber contado con un arma más destructiva ante Víctor el resultado hubiera sido diferente. Hasta el descanso el dominio estéril era local, pero el peligro y la tensión andaluza.

El guión permaneció inalterable en la reanudación, y más tras el gol de Diego Querol aprovechando un error de la zaga local. Con menos de cuarenta minutos para el final comenzaba un nuevo duelo para el Cartagena, con el liderato en juego y los nervios en el baluarte, como estandarte de un equipo al que le costó hacerse con el ritmo del choque. Sólo Cañadas, echándose el equipo a la espalda, trató de intimidar al filial andaluz que, a la contra, seguía asustando a los locales en cuanto pisaban el campo contrario. Los de casa aspiraban a más. De ahí los cambios, tan ofensivos, sobre el papel, como baldíos. Muy espesos en la creación y con la brújula desnortado en el gol. Por eso el triunfo dolió. Y dolió por las formas de un equipo local al que le cuesta el fútbol, el método de llevar a cabo sus ideas€ y más cuando el play off está tan cerca, casi como el descenso de los béticos, algo incomprensible tal y como demostraron.


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